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Magnetic Video: Primera empresa de videos originales

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Magnetic Video: Primera empresa de videos originales

Fuente: Revista Video Club Año 4, Nº 52, 1987)

En 1976 se constituyó en Michigan la primera editora de cintas pregrabadas. Su nombre era Magnetic Video.

CON EL CUENTAVUELTAS EN CERO

M.A.S.H. – Edición de Magnetic Video

Entre los primeros títulos editados por Magnetic Video figuran M.A.S.H., Contacto en Francia, La Novicia Rebelde y Butch Cassi dy, todos títulos de la 20th Century Fox. Al frente de la empresa se encontraba Andre Blay, un hombre de negocios con experiencia en el copiado con cinta U Matic. Blay estableció el Video Club de América para vender sus títulos al público. Se trata probablemente de la primera vez que se utiliza el término.

Para algunos, el video tiene tan solo unos meses. Hay, por supuesto, personas que le adjudican un año, dos años, aun tres. Todo depende del momento en que se compraron la casetera o se hicieron socios de un videoclub.

Ahora bien; tan solo algunos memoriosos y los profesionales de la televisión se animarían a decir que el video tiene más de diez años. Fue, sin embargo, en 1976 cuando se lanzaron las primeras cintas pregrabadas (PRT) para el mercado doméstico y la oferta inicial incluyó M.A.S.H. (Legal), Contacto en Francia (Legal), Debajo del planeta de los Simios, La Novicia Rebelde (Legal) y Butch Cassidy (Legal). Como se ve, el home video no comenzó su trayectoria tímidamente. En 1987, cualquier videoclub puede recibir un pedido por alguno de estos títulos y la Novicia Rebelde difícilmente esté ausente en los estantes de los principales locales de alquiler.

  • El primer paso

Durante todo el año 86, los videófilos han asistido a la expansión súbita de la industria del video. Mes tras mes se anunciaban las nuevas editoras que se incorporaban al mercado y, pese a los vaticinios, la mayoría de ellas siguen aún én el mercado. Claro, hubo un aumento en el parque de caseteras y cada nueva empresa supo encontrar su propio público.

Pero ¿qué hay de la primera editora que comenzó a lanzar cintas pregrabadas al mercado? Hablamos del mercado internacional, no del local. Su nombre era Magnetic Video, como para remarcar su diferencia con el cine. No se trataba ya de una impresión en celuloide sino de una magnetización de partículas de óxido metálico en un casete.

Gran parte del catálogo de Magnetic Video fue editado en Argentina por Legal Video.

Esta primera editora se constituyó, en 1976, en el primer dolor de cabeza para los empresarios de la cinematografía. Estos mogules dominaban en un todo las distintas etapas de comercialización de una cinta cinematográfica y la venta directa de su material no era un proyecto que figurara en sus carpetas. Los jeques del cine cobraban por cada proyección de uno de sus films y el video no les ofrecía esta posibilidad. Una vez vendidos los derechos de reproducción en cinta magnética, perdían control sobre su propiedad, de modo que las presentaciones hogareñas en case tes no eran un negocio rentable. Todavía hoy, existen estudios que desean cobrar un porcentaje por alquiler de cintas en los vldeoclubes. Podemos pues imaginarnos cuál era la situación en 1976.

Ese año; Andre Blay, un comerciante de Farmington, Michigan, decidió sentarse frente a su escritorio y escribir una carta a los directivos de los principales estudios de Hollywood… La cabeza de Blay hervía con nuevos proyectos. No sólo se dedicaba a vender equipos de audio y video sino que efectuaba copias de cintas Umatic para firmas publicitarias, departamentos de adiestramiento en las grandes empresas y otros clientes de calibre.

  • Magnetic Video

Para que la edición de las primeras películas en casete fuera una realidad, hizo falta que dos hombres visionarios se reunieran. Uno de ellos era Blay, quien en su carta sugería la grabación de éxitos cinematográficos en casete. El otro resultó ser Steven Roberts de 20th Century Fox, el único de los empresarios de Hollywood que respondió afirmativamente al pedido de Blay. Una respuesta cortés de MGM y el silencio olímpico de los otros grandes sellos fue el resultado inmediato de la afición epistolar del comerciante de Michigan.



Ahora bien ¿Cómo es que Roberts rompió filas con los otros estudios y decidió dar vía libre al proyecto de Blay? La 20th Century Fox se encontraba en una situación económica delicada. L.a empresa pasaba por un período de vacas flacas y cualquier ¡dea que les permitiera obtener ganancias en corto plazo sin necesidad de grandes inversiones sería tomada en cuenta con el debido respeto.

  • Lanzamiento

La carta de Blay llegó en el momento justo. “Pensábamos entrar en el negocio del video nosotros mismos, para probar suerte”, confesó más tarde Roberts. La 20th Century Fox no tenía mucho que arriesgar. El proyecto inicial consideraba la posibilidad de editar viejos films comerciales que ya se transmitían en televisión abierta. Claro que había una ventaja extra. Cuando los directivos de un canal preparan una película para su emisión al aire, suelen efectuar cortes en la misma para acomodar los espacios publicitarios. La 20th pensaba invertir el proceso: quitar la publicidad e incluir los tramos de película eliminados inicialmente.

Como el estudio no quería arriesgar mucho capital, a Roberts le pareció bien aceptar la propuesta de Blay. El contrato rubricado en 1977 establecía un pago inicial de 300.000 dólares contra los derechos anuales por la venta de casetes. Por cada cinta colocada, Blay pagaría 7,50 dólares y se comprometía a pagar un mínimo total de medio millón por año.

A medida que estudiamos las cifras del acuerdo y las características de comercialización de las cintas nos sorprendemos en ver las similitudes con la época actual.

Blay tenía opción para elegir cincuenta títulos de un total disponible de cien. Algunos de los mismos ya los mencionamos, pero podemos agregar que el comerciante de Michigan consiguió otro material de productoras independientes. De Avco Embassy obtuvo los derechos por 91 títulos que incluían El Graduado (Transeuropa), Conocimiento Carnal (Transeuropa) y El Delfín. Viacom le cedió la serie de dibujos animados Terrytoon y siete films de Elvis Presiey. “El negocio era tan seguro que podríamos haber usado gorilas como promotores” —comentó jocosamente Blay cuando ya tenía su arsenal de cintas asegurado. El precio de las cintas era de 50 dólares para una duración inferior a las dos horas y 70 dólares para casetes más largos.

Si bien Blay disponía ya de algunas máquinas duplicadoras para asegurarse un negocio rentable, necesitaba instalar una planta completa con el solo fin de producir video hogareño. La mayor parte del medio millón de dólares que le costó montar la operación los obtuvo de un banco. Los directivos de la institución no consideraban al proyecto como demasiado seguro, pero no pudieron negarle a Blay el crédito en virtud de sus antecedentes.               ,

Hasta ese momento, hacer más de cincuenta copias al mes representaba un gran volumen de trabajo. El nuevo editor se procuró esclavas Beta y VHS para producir 20.000 casetes por mes, una cifra que en la actualidad no resulta desdeñable.

  • Respuesta del público

El lanzamiento de los primeros títulos llegó en un momento auspicioso. RCA y Sony anunciaban con bombos y platillos sus caseteras para la época navideña. Nuevas marcas como Zenith, Sylvania y Magnavox produjeron una presión descendente en los precios y los nuevos VCRs comenzaron a venderse a menos de 1.000 dólares. La prueba de que el negocio funcionaba queda evidenciada por las cifras de ventas hacia fines del primer año. Medio millón de cintas estaban ya en manos de los videófilos para fines del 78. Blay decidió incrementar su producción a 30.000 cintas por semana.

Para incentivar al público, el editor de Michigan montó una exitosa campaña publicitaria. Se puede considerar a Blay un pionero, pues fue el primero en ofrecer casetes a las disquerías. Sólo con el advenimiento de los videoclips, los negocios de discos se transformaron en una alternativa viable de comercialización.

Con los fabricantes de VCRs llegó a un acuerdo para la venta de casetes a precios reducidos a sus comerciantes asociados. En la revista TV Guide colocó un anuncio de 65.000 dólares para anunciar la venta directa a través de Video Club of America. Probablemente fue la primera vez que se utilizó la palabra videoclub.

En un principio, M.A.S.H. y Contacto en Francia se colocaron a la cabeza de los otros títulos.

Se intentaron otros métodos de comercialización: avisos en diarios y revistas, descuentos especiales y la venta de dos casetes al precio de tres. Sin embargo, Blay descubrió que estos recursos no eran los más adecuados para un mercado tan nuevo. Hacía falta trazar una estrategia de largo alcance. Los descuentos y ofertas servían para atraer a los amantes de las novedades. Un editor serio debía crear consumidores, una necesidad, fomentar una costumbre.

Los logros alcanzados justificaban en buena medida adoptar tal estrategia, pero para ello hacía falta producir un volumen mucho mayor de cintas, crear una base más amplia para el video doméstico. Blay encontró un comprador en la misma 20th Century Fox. En noviembre de 1978, el estudio ofreció al editor de Farmington 7,2 millones de dólares por su empresa. Blay, comprendiendo que ya había llegado al límite de sus posibilidades, accedió y Magnetic Video se transformó en un negocio paralelo del estudio.

Resulta notable que ya en 1976 la iniciativa de Blay y Roberts sirviera para dibujar los perfiles del actual negocio del video. La forma de elegir los títulos, los volúmenes de stock y las estrategias de comercialización preanunciaban las características actuales del mercado. No se trataba aquí de pasos tentativos sino de una empresa bien montada y un público entusiasta con un catálogo nutrido del cual elegir novedades y varias marcas de videograbadores para cubrir sus necesidades.

Podemos decir que el video entró con Blay por la puerta grande, esa que separa el vestíbulo del living de nuestros hogares.


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