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Historia de la censura cinematográfica argentina [parte 3]

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Historia de la censura cinematográfica argentina [parte 3]
Nota de revista VideoNews n.20 – Mayo de 1987
SIGUEN LOS TESTIMONIOS
-Tercera nota-
Texto y fotos de Tito Franco

Los “cancerberos de la moral y las buenas costumbres”, no se toman vacaciones. Clausuraron todas las salas donde se exhibía la producción francesa Las hembras y cerraron las oficinas de la distribuidora. Parece no tener solución de continuidad la larga historia que estas páginas vienen relatando.

Y continúan los testimonios de personalidades del quehacer artístico argentino y periodístico con declaraciones desfavorables a la censura, iniciándose esta serie con una opinión del que fuera acérrimo sostenedor de una tesis equivocada, completamente contraria a las leyes que fijan las libertad y la democracia.

MIGUEL PAULINO TATO (ex-censor, ex-periodista de “Ultima Hora”, “Tribuna”, “El Pampero”, “El Mundo”, ex-boxeador, ex-dibujante, única voz discrepante en este “collage” testimonial) “No hay duda que la pornografía en las películas, o sea: la obscenidad en imágenes, es un morbo cuyas perniciosas consecuencias de corrupción y perversión resultan inimaginables. Peor que el libro procaz, peor que las fotografías o los álbumes libidinosos, la pantalla del cine, con su visión agigantada, dinámica y sonora, posee tal poder de excitación sobre el individuo y sobre la masa que sus consecuencias exceden toda ponderación y cualquier cálculo. Frente a este desborde apocalíptico de vicio y perversión, ya ha cundido la alarma en el mundo entero. Y si algo tuviéramos que objetar sería, de acuerdo a lo que hemos visto, que la censura argentina en el cine es demasiado blanda, excesivamente tolerante. Todavía están dejando pasar mucha bazofia. No hay que amilanarse. La censura, como la cirugía, es una labor seria y delicada, que exige decisión y pulso firme… A podar sin miedo, que eliminado esas escorias, se mejoran las películas, se depura el cine y se le hace un favor al público. (CAMARA 2-7-69) (Miguel P. Tato falleció el 18 de abril de 1986).

JORGE CARNEVALE (crítico cinematográfico de Editorial Perfil) “Más allá de los cientos de películas prohibidas o mutiladas durante estos años, importa vigilar al censor que todavía llevamos dentro. Años de autoritarismo nos han convertido en pequeños Catones, dispuestos a señalar que tal o cual escena, que tal o cual imagen se está pasando de la raya. Es el tiempo en que los feroces cancerberos utilizan los medios a su alcance para medir a su criterio, el espacio que va de la libertad al “libertinaje”. Tenemos todavía en vigencia un Código Penal que en su artículo 128 habla de obscenidad, pero no la define. Cabe suponer que el concepto de obscenidad de los años ’20 no es el mismo de los años ’80. No podría serlo. Vemos ahora las películas en versiones completas, pero la lucha no ha terminado. La reglamentación para “salas especiales” tarda en sancionarse. Hay quienes afirman que nunca se habilitarán dichas salas. Hablamos temerosamente de pornografía y no hemos visto nada que se parezca a eso en las pantallas argentinas. “Es demasiado”, me decía un colega, tras la exhibición de una comedia algo subidita. Ese mismo profesional se desgarraba las vestiduras durante la hegemonía del Ente de Calificación. Nunca es demasiado cuando se trata de libertad. Aprendamos a perder el miedo y a saber que lo que ocurrió no fue por casualidad, ni consecuencia de una serie de funcionarios más o menos severos y cavernícolas. Fue fruto de un sistema medieval, reaccionario y feroz como pocos, del que casi todos somos responsables, aunque sea omisión. Ataquemos al censor de adentro. Es el más peligroso. Hemos ganado algunas batallas importantes, pero la guerra es larga”.

CESAR MAGRINI (crítico cinematográfico) “No hay pueblo que no se considere adulto y maduro (dos términos que lamentablemente no son intercambiables) que puede aceptar la censura. Contra ella he luchado infatigablemente, y durante años. Sólo se valen de la censura aquellos que sienten miedo, los que consideran que su verdad es la única, los que temen la confrontación de la que emerge, por naturaleza, la luz. Además, no puedo dejar de recordar -y de citar- palabras de Schopenhauer en su “Parerga und Parlipomena” (Leipzig, 1874), cuando expresa: “Los amigos se dicen sinceros, pero es a los adversarios a los que debemos creer y cuyas críticas deberíamos aceptar como una amarga medicina, y aprender por ellos a conocernos mejor”. Y esto, mejorar el conocimiento propio, que es la clave del conocimiento de los demás, es la que inflexiblemente ataca a la censura”.

TITULOS

Las perplejidades que nacen de las complejidades de un sistema censor llegan al absurdo de vigilar el espíritu y esencia de los títulos. En El sacrificio del celuloide, de Alexander Walker, el autor explica que “el título de una película puede ser-y es- regulado por el censor cinematográfico. El tribunal autorizó una película llamada Girls Dormitory (1953), pero rechazó el título que previamente se había presentado: “French Girls’Dormitory”. Insistió también en que una película de Brigitte Bardot se llamara Warrior’s Rest (1962), traducción literal del título francés Le Repos du guerrier, en lugar del que el distribuidor primeramente había elegido: “Love in a Pillow”. Es fácil citar estos ejemplos y decir que muestran la estrechez de miras y la intolerancia del censor”.

Similares fenómenos se repitieron en el campo de la cinematografía argentina recordándose risueñamente que la película de Héctor Olivera titulada originalmente “Los Sexoanalizados” tuvo que cabiar el título por el menos grave Los neuróticos. Problema que luego se repitió con otra película nacional dirigida por Rodolfo Kuhn, titulada Ufa con el sexo.

Obviamente la palabra sexo adquiría dimensiones descomunales y pecadoras en la mente impresionada y presionada de los Catones criollos.

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