Notas Retro

Nota de Carlos Sorin sobre el video (VHS)

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Nota escrita por Carlos Sorin para Video Total Año 1 nº5 (4 Australes) – Diciembre 1986

 

EL GRAN MUNDO DEL VIDEO

La muy mentada contradicción entre el cine y el video es, en realidad, una falsa contradicción, posible sólo, por las limitaciones del video en el estadio tecnológico actual. Lo específico del cine es su lenguaje, o sea, el montaje de imágenes. La forma de producir estas imágenes y la manera de exhibirlas es algo totalmente accesorio al cine en si. Pueden ser filmadas o grabadas, pueden ser proyectadas o emitidas, pueden verse colectiva o solitariamente, pero el lenguaje siempre es el mismo: el del cine. Cuando hablo de video, hablo del sistema electrónico de registro y transmisión de imágenes y no de la televisión. Porque la televisión tiene también su propio específico inaccesible para el cine: la transmisión en directo, la posibilidad de que un hecho que ocurre en un lugar pueda ser reproducido en otro simultáneamente, -de ahí que la televisión sea un medio eminentemente periodístico y de ahí también la insistencia de animadores y periodistas en dar la hora, para que uno compruebe que está funcionando el específico de la televisión, la simultaneidad, con lo que el video pasa a ser una de las técnicas del cine. En ciertos aspectos con la música ocurre algo similar: se puede escuchar al intérprete en una sala, a través de una reproducción magnética, discográfica o digital, pero nadie pone en duda que lo que se está escuchando es música. Pero hay algo más: el video no sólo es una técnica del cine, sino, que es la técnica del futuro del cine. Piénsese que el sistema tradicional de registro fotográfico y de proyección de imágenes data del siglo XIX y que ha llegado ya a su techo tecnológico: las cámaras, las películas, los lentes ya casi no pueden ser más perfectos. Es fácil comprobar en las exposiciones internacionales tipo SMPTE o Photokina, que la maquinaria cinematográfica no ha tenido una evolución significativa en los últimos 10 años. Sólo han aparecido algunos accesorios electrónicos como el video-asistent que permite grabar simultáneamente la imagen que se está filmando, algunos controles electrónicos de las funciones mecánicas de las cámaras, la emulsión magnética de la película 35mm. para registrar sobre el soporte información referida a la toma y muy pocas cosas más. En el futuro, seguramente, las películas serán algo más sensibles, los lentes más luminosos, las cámaras más livianas y aparecerá algún “Dolly” un poco más versátil, pero nada más. No olvidemos que se trata de un sistema del siglo pasado. Todos estos escasos adelantos parecen aún menos si se los compara con el aluvión de innovaciones producidas en el campo del video y fundamentalmente en lo que se refiere a la manipulación digital de la imagen. La gran limitación que por ahora tiene el video respecto al sistema fotográfico es la “resolución”. Los millones de granos de haluros de plata que conforman un fotograma hace que, al ser proyectado, produzca un efecto de realidad muy acentuado, con una definición y nitidez imposibles de alcanzar con las 500 o 600 líneas del barrido de la pantalla de TV. Pero es sin duda, una limitación transitoria. Quien, como yo, ha visto video en alta resolución -he visto una emisión de 4500 líneas- comprueba que no hay diferencia alguna con la imagen proyectada. Pero aún hoy y fon esa importante limitación el video, en su forma de video-cassettes, está produciendo una verdadera revolución en la forma de distribuir, exhibir y ver el cine. La explosión de los video-clubes -reciente en nuestro país, aunque con varios años en Europa y Estados Unidos- ha producido una nueva forma de comercialización de films. Una forma mucho más económica que el sistema de salas. Piénsese que la obtención de copias es infinitamente más barata y fundamentalmente la publicidad es más económica y eficaz, ya que se realiza a través de revistas o secciones especializadas y en puntos de venta. Si a los video clubes se les suman otras opciones del video (la TV abierta, la TV por cable, el satélite) llegamos a la conclusión de que en conjunto resultan ser, para un productor dé cine, tan económicamente atractivas como las vías tradicionales de exhibición. Quizá esto es poco significativo por ahora en nuestro país, pero no en el resto del mundo. En Europa es difícil llevar a cabo una producción cinematográfica si no hay previamente adelantos de la venta al video, es más, las mismas empresas televisivas producen ahora películas. Silvio Berlusconi -el zar de la TV italiana- produjo en el 85/86, setenta películas. Es decir, es su vieja enemiga, la TV, la que ahora está socorriendo al cine. Estas opciones electrónicas, que recién han comenzado a desarrollarse, se harán cargo, sin duda, en pocos años, de una buena porción de este negocio. No desaparecerán las salas de cine; la gente seguirá concurriendo a ellas como va hoy a los recitales y los conciertos, pero será un número mínimo si se lo compara con el que hoy escucha música, por ejemplo, a través de la radio, la TV, los cassettes y los discos. A los que hemos surgido de cine todo esto nos produce un cierto escozor. Las máquinas, los reflectores, las salas oscuras y las noches de estreno, todo aque¬llo que conforma “el Gran Mundo de Cine”, está teñido de emotividad. Pero pensemos que para muchos que hemos intentado hacer films, “el Gran Mundo del Cine” no ha sido tan fácil: Muchas películas sin terminar, muchas más ni siquiera empezadas que pasarán a engrosar la voluminosa historia del cine nunca hecho. Quizá ahora, con una pequeña cámara de video a cuestas y muy poco presupuesto, pudiendo registrar imágenes y sonidos mucho más fácilmente, con la mayor libertad que da el poco dinero, muchos proyectos encuentren sus realizadores y su público en este que parecería convertirse en el “Gran Mundo del Video”. CARLOS SORIN Nació en Buenos Aires en Octubre de 1944. Estudió cinematografía en la Universidad de la Plata y posteriormente fue director de fotografía de films publicitarios y algunos largometrajes “undergrounds” realizados a comienzos de la década del 70. Posteriormente fue -y es- director de cine publicitario y en 1986 produjo y dirigió “La Película del Rey”.


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