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Nota de 2019: Los videoclubes de Mendoza (Periódico Los Andes)

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Nota de 2019: Los videoclubes de Mendoza (Periódico Los Andes)

Nota del periódico mendocino Los Andes
Domingo, 1 de septiembre de 2019 | Edición impresa

La resistencia: videoclubes de Mendoza que han sobrevivido a todo

Primero fue la TV paga, luego la llegada de las cadenas internacionales y ahora el fantasma que los acecha se llama Netflix.

Por Federico Fayad – [email protected]

Sobrevivieron a las ofertas de la televisión satelital y a las grandes cadenas internacionales, y resisten hoy pese a las plataformas de contenido por streaming. Por estrategia comercial, porque aún conservan a sus clientes “de toda la vida” o por algunos románticos que prefieren la vieja escuela. Sea la razón que sea, los videoclubes todavía no han dicho adiós.

Readaptados y en convivencia con otros rubros ofrecen las últimas novedades cinematográficas y las de todos los tiempos. Las series han ganado espacio en las estanterías y también las películas de culto, por el perfil de clientes que todavía prefieren ir al videoclub los viernes a la noche o las tardes de los sábados.

Sus dueños coinciden en que cuentan con medio centenar de clientes que concurren religiosamente y por ello, algunos mantienen el negocio, aunque otros admiten que no les queda otra. “La idea es rebuscársela para darle un servicio más a la gente”, dice uno de ellos.

Películas con facturas
Bigotes está ubicado en la calle 9 de Julio 20, de Ciudad a metros de la calle Yrigoyen y el límite con Godoy Cruz. Frente a la parroquia San Agustín está el videoclub de Raúl García, que desde hace 28 años está en el rubro. Detrás de una reja donde hace cobros de servicios, cuenta su experiencia.

“Ha sido siempre así. Tener que ir mutando porque te van golpeando. Pasamos del VHS al DVD y con la llegada de una empresa de tv satelital recibimos el golpe más importante. Ahora tengo los casetes ahí, no me los puedo sacar de encima”, cuenta García.

Mientras cobra un impuesto cuenta que la clave está en ofrecer películas alternativa o diferentes a las de las plataformas de streaming. “En la actualidad deben venir unos 50 clientes, sobre todo los viernes, sábados y domingos”.

Las estanterías están llenas de DVDs. También hay algunos libros. El valor de un alquiler es variado, ya que ofrece promociones. Una película cuesta 35 pesos, se pueden llevar dos por $65, tres por $80 y cuatro por $110.

“Yo los alquilo y me lo devuelven cuando pueden. A los DVDs se los doy en un sobrecito y la gente me lo puede devolver por debajo de la puerta si está cerrado. Es más fácil para todos”, explica García.

Uno de los problemas de tener “otro negocio” es que debe atender a los clientes que vienen a pagar una factura, por lo que no puede estar muy presente para recomendar o sugerir algún video. “Vienen de todas las edades, algunos de 20 años que tranquilamente podrían ver una película por internet y personas de más de 50 años. Te da mucha nostalgia que vaya decayendo”.

La magia del cine
El videoclub Magic, en la calle Zapiola 657 de Dorrego, convive con una librería. Su dueña, Azucena López trabaja allí desde 1997 y cree que su comercio puede seguir prestando servicios a estudiantes que necesitan ver una película específica. Pero el alquiler como supo tener en otras épocas ha desaparecido. “Ahora vendo artículos de librería, fotocopias e impresiones, pero alquiler, muy poco”, destaca.



Dice que le quedan algunos clientes con ganas de volver a ver una película y que quieren quedarse con el material original. De hecho, en sus estanterías los estuches contienen discos de venta legal. Tiene 3 mil títulos originales, todos a la venta.

El alquiler de una película cuesta 40 pesos y según Azucena ya no hay días de alquiler seguro. Por eso hace 5 años empezó con la librería. “Gracias al video la gente empezó a ver que también vendo otras cosas. Porque siempre fui el videoclub del barrio y así me conocen”, cuenta.

Estilo diet
Gonzalo Catulo administra el videoclub Estilo (Moldes 604, Dorrego) que hace 28 años funciona a pocos metros de la calle Remedios de Escalada. Tiene películas originales, en blue-ray y además vende todo tipo de alimentos dietéticos. Los olores del segundo emprendimiento han inundado lo que hasta hace poco fue un sitio especializado en largometrajes.

“Todavía los días de frío y los fines de semana tenemos algo de clientela. Aunque ahora no cerramos más allá de las 22, cuando antes seguro era trabajar hasta la media noche”, recuerda Catulo.

Según cuenta el dueño, compra copias digitales oficiales para poder tener películas originales, en alta calidad en DVD o en pen Drives. De esta manera, adquiere películas específicas que no se encuentran en las populares plataformas de internet. El alquiler de filmes es de 50 pesos aunque ofrece un abono de 10 películas por $480.

“Este video está hace 28 años y siempre se mantuvo. Sobrevivió. Y eso que supimos tener una gran tienda comercial a pocas cuadras. Pero nunca se sintió realmente. De hecho, somos uno de los pocos videoclubes homologados por alquilar originales”, remarca.

Gonzalo recuerda que la crisis del 2001 los afectó mucho, pero que por suerte el DVD llegó en 2003 atrayendo a nuevos clientes que se interesaban por tener la posibilidad de acceder a la nueva tecnología cinematográfica.

“Nuestros clientes son grandes. Es gente que no se baja películas por internet. También tengo algunos clientes de la escuela de cine que nos buscan, sobre todo, por la calidad de la imagen”, desliza el propietario de Estilo.

Un helado, una peli
Andrés Gerónimo tiene su videoclub “Centro Heladería”, en la plazoleta Alem, a metros de la calle San Juan. Allí, grandes máquinas de jugo anteceden el lugar. También se ven bolsas de pochoclo, compañero eterno de las películas. Además, vende helados y videojuegos.

Llevarse un DVD a préstamo al hogar cuesta 30 pesos, aunque alquilando tres el costo es de 75 en tanto que comprar una película cuesta $60. Lleva más de diez años dedicado al rubro, aunque asegura que no hace otra cosa por motivos económicos. “Lo tengo porque no me queda otra. La situación económica es difícil y me gustaría abrir un café, pero eso implica mesas, más empleados. Ahora no se puede”, resalta Gerónimo.

El propietario cuenta que las más pedidas son las películas clásicas que no se consiguen por Internet y que la “gente grande” es la que todavía sigue acudiendo al local. “A veces la caída de las ventas no pasa tanto por Internet sino porque ya no se fabrican aparatos para los DVDs. Por ahí vendemos algunas películas, pero muy pocas”.

Para úlimo, advierte que en el centro es más difícil que en los barrios o en otros departamentos de la provincia donde “les va bien”. Según Gerónimo, casi todos los vecinos tienen Internet, lo que hace que la mayoría ya no vaya a alquilar a su local.


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