Bésame Mortalmente (1990)

Título Original: Bésame Mortalmente
Director: Guillermo Fernardino, Luis Gutmann
Año: 1990
País: Argentina
Producción: Luis Gutmann
Reparto: Noëlle Balfour, Arturo Bonín, Daniel Fanego, Carlos Gallup, Marcela Labarca, Mausi Martínez, Carlos Muñoz, Marina Olmi, Annie Sosa Cordero, Vanessa Weinberg, Horacio García Belsunce
Texto de la contratapa: El agresor que desnuda besando mortalmente. Buenos Aires, de noche. Las acechanzas. Los peligros. La crisis ha hecho que cada vez menos gente salga de sus hogares… y mucho menos de noche.
La noche de Buenos Aires va quedando para los audaces, los despreocupados, los aventureros… Y para un ser en especial, que está preparado para hacer una visita, una visita con objetivo sexual y trasfondo criminal.
Un sujeto anónimo en la contenida, rumorosa y bullente Buenos Aires nocturna, que desciende de un automóvil, que toca un timbre, a quien se le franquea la entrada. Esa noche, una prostituta de lujo creerá atender a un cliente más. Será el último.
Al día siguiente, un juez y su secretario agregarán un nombre más a una lista que comienza a ser inquietante: la tercera víctima de un modus operandi que se repite casi como una ceremonia. Sexual, nefasta y asesina. No caben dudas: un maniático asesino impulsado por vayase a saber qué mesiánico deriho de culpa, represión y salvajismo, ha decidido reducir la población de “gatos” de lujo de la Capital. Y -hasta ahora- se ha conducido con metódica limpieza: ni una pista con la cual arrancar la investigación. El desconcierto de la policía y del juzgado es total.
A partir de este planteo, “BÉSAME MORTALMENTE” se presenta como una narración claramente diferenciada en dos estadios de atracción. Durante el primero, vemos a través de los ojos del asesino, lo que nos impide conocer su identidad. Variadas sombras de sospecha se arrojan hacia algunos personajes que circulan por la historia. Pero -durante esa instancia- ningún indicio preciso. Transitamos entonces por el interrogante de “¿quién es?”. En la segunda mitad se nos permite incursionar por otros vericuetos.
La incógnita sobre la identidad del Asesino ya no preside la acción. El giro, ahora, se ha producido hacia la amenaza; el criminal acercándose irremediablemente hacia su futura víctima -que es uno de los queribles personajes de la historia-… y nada se puede hacer para detenerlo.