El monitor argentino: José Máximo Balbastro (1989)
el engaño en los medios de comunicación
Programa 1 del caso
José Máximo Balbastro:
El 6 de Noviembre de 1988, por el Canal 13 se emitía el programa “El monitor Argentino” dedicado a la memoria del escritor argentino José Máximo Balbastro provocando un furor por su obra, reseñas en diarios y notas en otros programas, algo curioso siendo que ese escritor “no existía”. El programa “El monitor argentino” era conducido por Jorge Dorio y Martín Caparrós, dos jóvenes periodistas talentosos e irreverentes. La emisión del 6 de Noviembre se dedicó a la memoria de un autor injustamente olvidado, José Máximo Balbastro. Nacido en 1896 y fallecido el 1 de Julio de 1974, el mismo día que Juan Domingo Perón, hecho por el cual su muerte paso desapercibida. A lo largo del programa se emitieron reportajes a figuras que resaltaban su importancia e influencia como Luis Alberto Spinetta, Federico Storani y el mismísimo Jorge Luis Borges. Se le atribuían simpatías con el Comunismo y un relato exhaustivo de su exilio en París. Se mostraron 2 ejemplares de sus obras mas célebres “Las barricadas del sudor” y “A la sombra de otros soles”. El programa concluía que su olvido por parte de la sociedad se debía a su militancia en los bandos perdedores de la batalla cultural. Al día siguiente las librerías de Buenos Aires se abarrotaron de lectores en busca de sus obras. Durante la semana en varios diarios aparecieron cartas de lectores exigiendo notas sobre el autor, en 2 de ellos se publicaron biografías basadas en los datos del programa. Hubo 4 programas de otros canales que realizaron debates sobre su obra.
El domingo siguiente, Dorio y Caparrós, develaron el engaño y dedicaron el programa al poder de los medios en el manejo de la opinión pública. La foto de Balbastro era una imagen poco conocida del cineasta Luis Buñuel y las notas correspondían a entrevistas sobre otros escritores pero debidamente editadas. Las opiniones eruditas sobre un escritor inexistente le costaron el puesto al editor de cultura de uno de los diarios mas prestigiosos del país y pulverizó el prestigio de varios periodistas de la TV. Este programa no fue el primero en explorar la manipulación mediática, el año anterior Carlos Sorín había estrenado “La era del ñandú”, biografía de un falso descubridor de una droga rejuvenecedora de la década del ’50.
Información tomada del libro LA MAGIA DE LA TELEVISIÓN ARGENTINA
de Jorge Nielsen (Volumen 5)
Rara Cultura Nueva:
Entre los programas culturales (muy alejado del erróneo concepto de “cultural = aburrido”) se destacó ampliamente El monitor argentino, producción de la Fundación Plural, dirección general de Rodolfo Hermida y conducción de Martín Caparrós y Jorge Dorio (capaces, inteligentes, irreverentes, algo engolados, con “raros peinados nuevos”, o bigotones), provenientes del medio gráfico (dirigían la revista literaria Babel), con el antecedente de una innovadora propuesta radial: Sueños de una noche de Belgrano.
Tras las cámaras se reunió un nutrido grupo: Hermida había sido asistente de dirección del controvertido Jorge Polaco y dirigía la escuela de cine de Avellaneda. Dardo Cúneo hijo (integrante de la Fundación Plural) era el director editorial, Fernando Weinschelbaum el productor ejecutivo, Willy Mealla el director en estudio, y reforzaba uno de los temas de la semana Ani Grunwald, interpretando una canción escrita especialmente para cada emisión.
Con temas como la pena de muerte, el erotismo de los argentinos, el cine argentino (el debate se desarrolló con directores de cine sentados en gradas, a la manera de Polémica en el fútbol), informes falsos como un documental sobre el inexistente escritor José Máximo Balbastro, representaron una expresión un poco tardía de un proceso cultural gestado en los primeros tiempos del gobierno de Alfonsín y un evidente avance en el tratamiento visual y conceptual de la televisión.
Axel Kuschevatzky nos comenta: “Ellos fueron mucho más ruptura para la época. En El monitor había cosas vanguardistas. Caparrós y Dorio eran personajes raros, miraban para el costado cuando hablaban. Eran un movimiento, una subcultura, como se podía expresar en el Cen- tro Cultural Rojas y las revistas Caín y Fierro. Era la época cuando nosotros creíamos que vivíamos en España y que Alfonsín era como el Felipe González de Sudamérica. ¡El garrón que nos comimos!”.
La crítica se dividió. APTRA lo ignoró olímpicamente, no incluyéndolo entre los ternados en la competitiva categoría “cultural y educativo”.
Aníbal M. Vinelli en Clarín (17.4.88) apelaba a la ironía, aunque sin arriesgar juicios categóricos. Con el título “Cultura, en un nuevo modelo”, sostenía que “no carece de interés” el ciclo que se propone mostrar cultura “sobre un nuevo modelo televisivo”. Ante la abrumadora (y muy veloz) catarata informativa, “algo habrá dejado en el supuesto que alguien lo haya visto”. Concluía: “Ante la aparente pedantería y la intención de humor antes que el humor mismo, uno cree descubrir en los conductores de este espacio un rasgo de loable inocencia”.
Eduardo Blaustein desde Página/12 (14.9.88), un diario que compartió ciertos “rasgos de época” con el ciclo, analizaba exhaustivamente “un extraño ciclo, con más osadía que logros”, en su intento por brindar una hora de cultura semanal (los domingos de 23 a 24). “Este es un programa extraño, en parte resultado de la edad de sus creadores, pertenecientes a una generación sandwich que vio lo suficiente de los años 70 como para llegar a los 80 y seguir buscando a prudente distancia de casi todo. (…) El monitor argentino hace a las mejores apuestas de la tevé en los últimos años. Quien no lo entienda así es porque estaba en otro canal, dándole rienda suelta a otro capricho respetable que hace a las opciones del pluralismo televisivo, que nunca fue demasiado”.
A Blanca Rébori, importante periodista y difusora de expresiones culturales nacionales más tradicionales, en su rol de crítica de El Heraldo de Buenos Aires (21.9.88), el programa no le gustó. Y desde el título lo dejó en claro: “Complejo de erudición y obsesivo afán de originalidad”. El monitor… más bien la irritó: “La carga estadística atropella y hasta irrita. En palabra y en imagen”. Los temas estaban sujetos a la compaginación y la velocidad, causando (casi) una afrenta a las costumbres y probables gustos del público nativo.
Varios años después en televisión Caparrós participó en ciclos periodísticos de Jorge Lanata y Dorio secundó a Alejandro Dolina e integró el panel que discutía sobre Gran Hermano (los tiempos y las temáticas cambian, para bien o para mal, para todos).
Deja tu comentario