Vicio Sangriento

La gente de VIDEOTOMIA estrena este viernes una remake de la mítica película Asalto y Violación en la Calle 69. Ese exponente del cine Z exploitation filmado en video fue dirigido por Pablo Bellini, el presidente de Bell Films en 1991. Esta empresa tuvo múltiples sellos editores entre 1987 y su cierre en los años noventa. Algunos de los sellos eran Buena Onda Home Video, Bell Video Grand, Godfather Video Gram, Transatlantic Video Gram

Sinopsis: Hace 18 años, Manija y su banda asaltaron una afamada productora de video. En el robo, además de llevarse un jugoso botín, hubo asesinatos y violaciones varias. Todos recuerdan ‘aquella tarde’ de pesadilla llena de sexo, drogas y muerte. Maribel, una pulposa secretaria que sufrió el ultraje, llevó a cabo una salvaje venganza: le amputó el ‘miembro’ al líder y lo entregó a la policía. Hoy, él ya cumplió su condena y salió de la cárcel. Buscando recuperar su prestigio en el mundo del delito y deseando tener ‘cara a cara’ a la mujer que lo mutiló, se reune con sus viejos compañeros en plan de someterse a una delicada intervención quirúrgica para implantar ‘lo perdido’. Pero, otra vez todo se complica y los excesos son peores que los de hace tiempo atrás. Aunque parezca mentira, esta es la ‘segunda parte’ de “Asalto y Violación en la Calle 69”, un ‘clásico’ de las producciones de los ’90 en el formato ‘Video-Home’.

[Cinefania.com] Reseña: Secuela, tardía pero segura, de ASALTO Y VIOLACIÓN EN LA CALLE 69 (1991) que equivale a una salida nocturna por el sórdido ambiente de los cabarets y los andurriales más recónditos en que, bajo la sobria y armoniosa fachada de la barriada inocente, se suceden episodios de insospechada perversión. El convicto Manija (Reynaldo Alcaraz) sale de prisión y es recibido por sus tres secuaces (Roberto Solano, Ezequiel Hansen y Vic Cicuta). Antes de proceder a vengarse de la sugerente Maribe (Silvia Peyrou), Manija decide afrontar el transplante que necesita para vivir. Como sorpresa sus amigos secuestran a la hija de un famoso cirujano, con el objeto de coaccionarlo para que realice la complicada intervención en su consultorio, sin llamar la atención de prestadores de obra social que solo complicarían el panorama y utilizando un donante que, asumimos, será compulsivo. El galeno se niega terminantemente debido a sus férreos conceptos éticos así que, tal y como ocurre en LA HORRIPILANTE BESTIA HUMANA (1968), el trío de bellacos secuestra a la última adquisición del zoológico de Buenos Aires: un gorila superdotado. Pero por preferir dormir la mona, los secuestradores no se percatan que el mono zafa de sus ataduras y escapa por los techos del vecindario, interviniendo y provocando masacres en diferentes cuadros de depravación: una ardiente mujer que se estimula en solitario; un realizador que toma un cásting privado a una joven y pulposa aspirante; un profesor de música que trata de hacerle soplar la flauta a su cándida párvula. Dos relevantes cuadros de baile – un striptease de la Peyrou y un dúo con Rafael Blanco al son de “Adiós Nonino” – se intercalan con primeros planos de personajes perturbados que observan con malsana obsesión. Se trata de cine de, por y para valijeros, al mejor estilo del más sórdido Emilio Veyra y con idénticas aspiraciones y resultados, que constituye evidencia del apogeo de “lo retro” como reemplazo a la actual falta de auténticas tendencias populares en cine y entretenimiento adulto.