Vietnam en video (VHS)
Nota de revista VIDEO PARA USTED de mayo de 1988
Son muchas las películas que desde finales de los años 70 intentan echar una mirada sobre la guerra de Vietnam. “Regreso sin gloria” (AVH), de Hal Ashby es uno de los ejemplos a escala humana más significativos. Sin embargo, en este informe, VIDEO para Usted incluye reflexiones acerca de otros tres titulos que han conmovido a la historia del cine y siguen constituyéndose en paradigmas acerca del tema. “Apocalypse Now” (AVH), de Francis Ford Coppola; “El francotirador” (TVE), de Michael Cimino y “Pelotón” (LK-Tel), de Oliver Stone resultan así obras de visión imprescindible, a la espera de “Nacido para matar” (o “Full Metal Jacket” de Stanley Kubrick, que editará dentro de muy poco AVH, al igual que “Jardines de piedra”, también dirigida por Coppola.
Estreno de Pelotón de LK-TEL: Abril de 1988
Gigantescos helicópteros enfilados avanzan violentamente sobre los campos, sobre la selva arrasando todo a su paso. Explosiones, bolas de fuego, cielos oscurecidos por las nubes gaseosas, napalm, dolor y muerte. Como una cabalgata de Walkirias metálicas, como si Wagner hubiera puesto cada nota en el pentagrama pensando en esa destrucción moderna que ha significado la experiencia norteamericana en Vietnam. Esas imágenes auténticamente dantescas corresponden a “Apocalypse Now” (AVH), la que algunos consideran la obra cumbre de Francis Ford Coppola
Un hombre de pasado dudoso, el capitán Willard, recibe el encargo del comando norteamericano de encontrar y “neutralizar” al coronel que se volvió loco – Kurtz- y creó un reino personal en la frontera de Camboya, donde hace imperar el terror. Las etapas de este viaje ponen al espectador en contacto con diferentes clases de demencia: ataque a una población al son de “La Cabalgata de las Walkirias” (Wagner) concurso de surf en las horas anteriores a una batalla, llegada a un campamento de las conejitas de Playboy… son otros tantos actos acusatorios contra la decidida absurdidad de esta guerra, que se hunde en una noche en la que toda moral desaparece. Las secuencias espectaculares desembocan en un entrenamiento progresivo de la visión hasta llegar al momento en que Willard entre finalmente en el “cuartel general” del loco Kurtz. La referencia a “La rama dorada” (de Frazer), hace planear sobre esta “ópera fílmica” (según palabras del mismo Coppola) el tema de la identidad buscada y de la secreta complicidad que une al tirano y al justiciero en el seno de un universo que se ha vuelto caótico.
Cuando la película se va aproximando a su éxtasis, el Capitán Willard escucha la narración por parte del Coronel Kurtz, acerca de un incidente ocurrido en su día en las Fuerzas Especiales, concretamente, el de la llegada de las tropas del Vietcong y su acción de cortarle los brazos a todos los niños que habían sido vacunados contra la poliomielitis: “Estaban tirados allí en una pila, un montón de brazos pequeños… Yo… yo grité… y entonces sentí la sensación de que me disparaban una bala de diamante que me atravesaba la frente y pensé ¡Oh, Dios mío! ¡Qué genio!, ¡Qué genio hace falta para realizar un acto como este, perfecto, auténtico, total, puro como el cristal!”.
Esa revelación fue la que empujó a Kurtz y a los fieles miembros de su singular tribu a adentrarse en Camboya, asesinando fríamente y mutilando al enemigo, sin hacer distinciones, para, según él, acortar la guerra. Kurtz es el símbolo del fundamentalismo…
En un momento anterior de su odisea, el Capitán Willard ha sido testigo de la destrucción de una aldea costera por helicópteros norteamericanos. Kilgore, el oficial que ordena al siniestro ataque, se agacha en la playa, mientras a sus espaldas los bosques van siendo arrasados por el fuego: “Me gusta el olor del napalm por la mañana -le dice a Willard-porque huele a victoria…”
A primera vista, Coppola parece estar mostrando en Kurtz ese barbarismo demente propio de los fundamentales, clásico neofacismo de la guerra de Vietnam. y en Kilgore la otra cara, irónicamente más respetable de la misma moneda. Es tentador identificar a Kurtz que ha vuelto a la barbarie prehistórica y creado un imperio en la jungla, como símbolo de los Khemers Rouge y a Kilgore, una especie de Custer hollywoodense, con un sombrero Stetson en el que van escritas las palabras “Death From Above”, como resumen de la desastrosa consecuencia de la intervención norteamericana en la zona.
¿QUE PRETENDIO COPPOLA?
“Apocalypse Now” pretende ser una película demoledora y desesperada a la vez. Una película sobre la superación de todos los límites, y que intenta traspasar- los ella misma. Su mensaje va contenido en su propio título o en la letra de la canción cantada por Jim Morrison, del grupo The Doors, y que se escucha sobre las primeras imágenes alucinantes de la película, las de los hombres con hachas que aparecen por uno de los extremos de la jungla en llamas: “Este es el fin…’
Es que no obstante su “triunfo”, Willard se niega a convertirse en un nuevo Kurtz. Es inevitable.
Existen dos versiones de “Apocalypse Now” en cuanto a su duración: en 35 mm su proyección se extiende hasta los 153 minutos en tanto en 70 mm hasta 141. La copia obtenible en vídeo acusa la duración más completa, es decir 153. “La cosa más importante que deseaba hacer a la hora de realizar “Apocalypse Now” era crear una experiencia cinematográfica que brindará al público un sentido del horror, la locura, la sensualidad y el dilema moral de la guerra de Vietnam -asegura Coppola—.
Cuando comencé a trabajar en la película, pensé que iba a ser el único film americano que iba a tratar de la guerra, y seguí trabajando con esa idea. A lo largo del rodaje, la película fue haciéndose paulatinamente; y, curiosamente, el proceso de realización acabó pareciéndose mucho a la historia misma que en ella se narra. Descubrí que muchas de las ideas y de las imágenes con las que estaba trabajando en calidad de director de cine empezaban a coincidir con las realidades de mi propia vida, y que yo igual que el Capitán Willard, estaba subiendo por un río en una selva remota, buscando respuestas y esperando algún tipo de catarsis. Pensé que si el público americano conseguía ver las entrañas de Vietnam tal como fueron si consiguen ver la guerra y si consiguen sentirla tal y como fue entonces ya sólo estarán a un paso de dejarla atrás…”
El rodaje de “Apocalypse Now” comenzó el 20 de marzo de 1976 y terminó el 21 de mayo de 1977, tras doscientos treinta y ocho días de ardua filmación en las Filipinas y con 30 millones de dólares de inversión.
Cuando Coppola se dirige al personal, les dice: “Jamás he visto en mi vida tanta gente alegre de quedarse sin empleo”.
Marlon Brando es el Coronel Kurtz, Martin Sheen es el Capitán Willard, Robert Duvall es el Tenista-Coronel Bill Kilgore, Frederick Forrest es “Chef” Hicks, Dennis Hooper un reportero gráfico y Harrison Ford el Coronel Lucas, en tanto colaboraron como extras integrantes del pueblo Ifugao, de Sananue en las islas Filipinas, como miembros de la tribu seguidora de Kurtz.
AMERICA! AMERICA!
Por ese entonces, el ítalo-norteamericano Michael Cimino emprendía otro testimonio acerca de la guerra de Vietnam. Visto desde otro ángulo: del que tienen los ciudadanos medios norteamericanos, para el caso, inmigrantes que creen en el Mundo Libre y, voluntariamente emprendieron la ruta de Vietnam como una forma de remarcar su integración al país que les daba cobijo. La óptica de Cimino es, si se quiere, elemental. Es la que intenta mostrar a “Los inocentes” y voluntariosos ciudadanos medios de su país, empeñados en defender lo suyo (¿en Vietnam?), y terminan siendo torturados, mutilados y destruidos por orientales malos, siniestros, peligrosos, traidores…
A la manera de saga y en el intento de emular a Coppola, el habilidoso Cimino se estudia “de pe a pa” la estructura de “El padrino”. En el principio, y como en la película de Coppola, muestra un casamiento, el del inmigrante con la mujer local, pinta a los personajes hasta sus últimas consecuencias. Los hay para todos los gustos y para que cada espectador pueda identificarse con alguno de ellos. Después irán a la guerra y todo se transformará en horror. En el horror de un lugar que mucho tiene de infierno y donde los demonios tienen rostros orientales, son bajitos y muy traidores, tal como siempre fueron pintados por la política “republicana” y en especial por Richard Nixon. No es raro que esto ocurra con Cimino, alguien que volvió a despacharse contra los “orientales” en su oscura y discutida “Manhattan Sur”.
Más allá de Ashby, todo un progresista dentro del cine norteamericano, tanto Coppola (con la colaboración de John Milius) como Cimino, tienen cierto tufillo de “derechas” llevados a planos intelectuales donde todo parece confundirse.
En su momento hubo quienes echaron a uno o al otro tomar cierta posición política. A Coppola se lo tildó como el “crítico” en tanto a Cimino como el “apólogo”. No es así. Ambos han demostrado tener un cabal sentido la palabra “patria”. En eso, los dos son ciertamente “occidentales” y para nada cuestionan la “intromisión” norteamericana en un conflicto que les es ajeno. Para ellos, lo sensual es el “horror”, el infierno que significa Vietnam para los occidentales. En síntesis, pretenden mostrar un mundo que es “horrible” en esencia.
Para el crítico español Carlos Aguilar, el argumento de “El cazador” (tal como se identificó en su país a “The Deer Hunter”), es el que sigue: “Tres machotes, para afirmar la virilidad, se alistan en el ejército para combatir en Vietnam. Uno de ellos, cazador, piensa que la tarea que emprende es una cacería más, sólo que ahora sus víctimas serán hombres. Todos acabarán frustrados, asqueados y doloridos de esta guerra. Film violento por los cuatro costados, bien realizado y montado, aunque discutible en más de un aspecto”.
La película de Cimino tiene a su favor grandes actuaciones, como la de Robert De Niro, John Cazale, John Savage (muy especialmente), Christopher Walken y Meryl Streep. Es claro, entonces, que haya recibido los siguientes premios Oscar de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood: mejor película, mejor director, mejor actor de reparto (Christopher
Walken) y mejor montaje (Peter Zinner) en tanto que como compensación, ese mismo año “Regreso sin gloria” fue laureada con los trofeos dedicados a mejor actriz (Jane Fonda), mejor actor (Jon Voight), mejor guión original (Waldo Salt y Robert Jones). “El francotirador” ha sido editada por Transeuropa Video Entertainment en dos casetes, por su extensa duración (alrededor de tres horas).
PELOTON Y STONE
Título y autor riman. Oliver Stone había ganado un Oscar por el guión de “Expreso de medianoche” el mismo año en que el film de Cimino era aclamado en Los Ángeles por los académicos de Hollywood. Muchos años después, casi una década, él también arremetió con la guerra de Vietnam.
Cuando en 1967 Stone tenía 21 años, marchó como voluntario al frente. Regresó con dos cicatrices y dos condecoraciones -Medalla de Bronce y Corazón Púrpura-, para ponerse manos a la obra en su nueva profesión: guionista. “El expreso de medianoche”, “Conan el bárbaro” y “Manhattan Sur” muestran a un personaje de ideología política ambigua o, al menos, confusa.
Vinieron después dos experiencias como director abiertamente desafortunadas (“Seizure” y “La mano”, esta última obtenible en video), a las que siguieron “Salvador” (Transmundo H.V.) y finalmente “Pelotón”. Esta, con “Nacido para matar”, de Stanley Kubrick, son las versiones hasta ahora definitivas sobre la guerra de Vietnam.
Cuando se consulta a Stone por qué se ofreció como voluntario para pelear en Vietnam responde: “Podría haberme quedado en Yale. Yo era como el personaje de Charlie Sheen en “Pelotón”. Dejé el colegio secundario. Podía haber presentado alguna exención, el certificado de un psiquiatra por ejemplo. Todo lo que tenía que hacer era ir a un psiquiatra para conseguir uno. Todos mis amigos evitaron la guerra. De hecho no conozco a nadie que fuera a Vietnam. Fue allí donde conocía a todo un grupo de gente nueva para mí. Hasta entonces no había tenido experiencia alguna con gente de raza negra. Los negros me salvaron la vida realmente. Me dieron el concepto de la música negra, el concepto de la marihuana, del ‘acid rock’. Y además mantuvieron vivo mi sentido del humor… Fui a Vietnam por una mezcla razones. En primer lugar unas grandes dosis de patriotismo, algo realmente fuerte. Yo había sido educado en la derecha. Mi padre era derechista. Sin embargo se quedó asombrado el ver que yo me tomaba literalmente lo de la bandera y de la patria y me iba a Vietnam a defenderlas. No quería que fuera, pero yo creía en las películas de John Wayne y Audie Murphy. Pensé que la guerra era la respuesta, la experiencia más difícil por la que debía pasar un joven. Sabía que sería la única guerra de mi generación y llegué justo a tiempo. También había mucho de rebeldía contra mi padre y creo que estaba intentando demostrarle que yo era un hombre y no un niño. Lo que resultó irónico fue que cuando volví, tras ser herido y condecorado dos veces, me seguía tratando como un niño. Porque cuando volví su actitud fue la de quitarle importancia a aquella experiencia mía, diciendo que él había estado en la gran guerra, aunque la verdad es que nunca había visto un combate. Regresé para enfrentarme a otra guerra, una que no había esperado sostener”.
Señala el crítico José Luis Guarner en la revista madrileña Fotogramas: “Las primeras imágenes casi documentales, las hemos visto en mil películas de guerra: un joven voluntario se incorpora a su unidad en Vietnam, en algún punto próximo a la frontera de Camboya, en 1967. Objetivas en su apariencia, su ordenación fragmentaria y elíptica, el uso del sonido, crea una inevitable sensación de subjetividad, de perspectiva personal. Eso ocurre un rato antes de que la voz del recluta, Chris, lea la primera de sus cartas a su abuela, un clásico recurso epistolar y se confirma “Pelotón” como una película objetiva, el recuento de las experiencias del personaje, en realidad el propio Oliver Stone, quien sirvió 15 meses en Vietnam…” Dice el comentarista que Stone es “…alguien que sabe de lo que está hablando y eso se nota. Pero no se propone un inventario con simples propósitos de reflexión, sino además, y muy principalmente, de un exorcismo; el director ha esperado diez años para rodar esta película -hace dos años todavía soñó que lo devolvían en un barco a Vietnam- y echar fuera sus demonios personales, y eso se nota también… En un toque inteligente, Stone casi no muestra nunca al enemigo -el amarillo alevoso de las epopeyas de John Wayne- y cuando lo hace, se trata de civiles indefensos. El enemigo está, en realidad, en el propio pelotón, dividido en dos, como el propio Chris, entre el feroz instinto de sobrevivir del sargento Barnes y la conciencia humanitaria y vagamente romántica del sargento Elías quien irónicamente fuma hierba para no perder del todo el contacto con la realidad. En esa dualidad un poco simplista-“los dos que se disputan mi alma”, declara Chris-trata Stone de expresar que ésta no es sino una guerra entre americanos, una guerra fratricida además de impopular e inútil… el verdadero horror no está en los actos de los hombres sino en su corazón. En su- ma, Stone pone en su trabajo un indomable vigor y un infrecuente sentido del cine, cualidades envidiables que pueden hacer de él el tiempo dirá- un director mayor”, concluye.
Por su parte, la revista especializada Video Review (Estados Unidos), calificó a la película de Stone con cuatro estrellas y no por nada “Pelotón” ha sido el video más caro editado en su país durante 1987 (U$S 99.95).
Para su película, Stone contó con un elenco de actores jóvenes de gran calibre, como Charlie Sheen (el hijo de Martin Sheen, que ya había aparecido en “Los jóvenes héroes”, ambas editadas en video), Tom Berenger, Willem Dafoe y Kevin Dillon.
Tom Berenger tiene actualmente 37 años y debutó en el cine en 1977. Su primer papel de importancia lo tuvo en “Buscando al Sr. Goodbar” (AVH), a la que siguieron “Los perros de la guerra” y “Reencuentro”. Willen Dafoe tiene 32 y ya ha actuado en “La puerta del cielo” (con Cimino); “El ansia” (AVH), “Calles de fuego” (AVH) y “Vivir y morir en Los Angeles” (Video Latinoamericano). Kevin Dillon es el más joven ya que tiene 21 años, su experiencia anterior no tiene mucha importancia, sí que es el hermano de Matt Dillon.
En varios reportajes, Oliver Stone ha manifestado su preocupación por la situación en América Central: “Cuando fui a El Salvador en 1985 vi que Norteamérica estaba poniendo en práctica el mismo tipo de fraude que en Vietnam. Todos aquellos tipos turbios y sospechosos que habían estado en Vietnam, volvían a aparecer en el Salvador. Cuando yo fui las cosas estaban más calmadas. Los escuadrones de la muerte ya habían eliminado a todos los que le estorbaban, pero así y todo resultaban muy palpables la injusticia y la pobreza en que vive el país. Los mismos desalmados que habían cometido todos los asesinatos entre 1980 y 1982 seguían estando en el poder. Así que básicamente lo que hice fue recoger una serie de cosas de aquel período y mezclarlas en una película. Me criticaron por ello pero sentía que tenía que hacerlo, porque, al parecer a nadie más le interesaba contar esa historia. Si Shakespeare estuviera hoy entre nosotros, apuesto a que él habría escrito una obra sobre Salvador. Los protagonistas son personajes alucinantes”, concluye.
En tanto los videómanos argentinos se preparan para el inminente lanzamiento de “Nacido para matar”, bueno es recomponer la guerra de Vietnam a partir de estos tres títulos que, cronológicamente se- ñalan la evolución en el análisis de la his- toria y que, en la perspectiva, puede ver se mucho más claridad. El realismo de “Pelotón” frente a la confusión y a la ambigüedad ciertamente peligrosa de los films de Coppola y Cimino es un signo elocuente acerca de este fenómeno.
JOHN MILIUS Y EL CÓDIGO DE BUSHIDO
Mal que le pese a los incondicionales de Coppola, el co-guionista de “Apocalypse Now” se define como un fascista “zen”, cultor del género del Bushido. Terriblemente reaccionario, fundamentalista, nació en 1944 con los idus de la “guerra fría” bajo el brazo. Siente admiración por la fanática mística oriental y en especial por Kurosawa y Kobayashi, punto de vista tan marcado a fuego por el concepto del samurai es el que lo llevó hasta “Conan, el bárbaro”. Re- chazado de las filas del ejército por padecer de asma, miembro de la Southern California Mafia, citado en Newsweek como un “Macho Kid”, es también admirador de los westerns de la serie “B”. Asegura que su posición política es original: líder de una banda de mo- tociclistas -la Mobile Strike Force Paranoia-, que saludan al esti- lo nazi, se nominó su sello productor como A-Team, en homenaje a los Boinas Verdes. Llegó a la cumbre del reaganismo con “Los jóvenes defensores” (o “Red Dawn”), antecesora de la miniserie “Amerika”. Dice “Amo a la bomba, para mí es un totem religioso, el castigo impuesto por Dios…”, con tono irónico similar al de Robert Duvall como Kilgore, en “Apocalypse…” Para él, aquella estética de la destrucción coppoliana está basada en el libro “El corazón de las tinieblas”, como “Moby Dick” en el libro de Job: “Hay cosas de James Frazer, T. S. Eliot, The Doors y Kubrick, tanto como de Joseph Conrad”. Es lógico: la confusión se le subió a la cabeza.
Deja tu comentario