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Nota: Bazofiando…

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Bazofiando…
En paralelo al BAFICI, Fernando
Martín Peña y Fabio Manes organizaron, entre el jueves 12 y el domingo 29 de
abril, el BAZOFI. A pesar de no contar con sponsors ni publicidades -a
excepción de la difusión por Facebook y algunas notas en unos pocos medios-,
muchísima gente se acercó a la modesta sala del Sindicato de Operadores
Cinematográficos (S.O.C.) y el festival tuvo tal repercusión que se agregaron
funciones extras para volver a pasar los «grandes éxitos» de las primeras dos
semanas, más algunos agregados.
Este festival, ideado por dos
cinéfilos-coleccionistas, se armó con una programación sin snobismos, con
sentido del humor y, sobre todo, con la intención de brindar al público joyas
de las colecciones personales de los organizadores para revivir una época que
ya no existe. Así, con cada exhibición, la sala se convirtió en esos extintos
cines que adornaban los barrios antes de sus penosos reemplazos por iglesias
evangelistas y supermercados. Las copias exhibidas, en su gran mayoría, fueron
los celuloides de 35mm originales distribuidos en el país en la época de sus estrenos,
por lo que no estuvieron exentos de rayas y saltos. Sin embargo, estos detalles,
lejos de ahuyentar a la audiencia, le agregaron un encanto extra a las proyecciones,
recordando que se estaba frente a un soporte físico con antigüedad e historia.
Sin duda, el BAZOFI se trata de un
tributo a la época en que películas como Una
mujer poseída
(Possession, 1981),
el extrañísimo y fascinante film de culto de Andrzej Zulawski, figuraba entre
los estrenos semanales y podía verse en cines continuados y salas de dudosa
reputación. Pero también es un espacio para el pleno disfrute cinematográfico,
alejado de la solemnidad que suele caracterizar a este tipo de eventos, para
dar lugar a una ecléctica programación que se debate entre lo popular
no-canónico, los films marginales y el cine exploitation.
Un ejemplo de «proyección-fiesta» se
dio con la película blaxploitation La gran amenaza (Three the Hard Way, 1974) que sobrepasa todos los límites del
absurdo y el entretenimiento descerebrado. En esta película, el trío
protagónico afro-americano se compone de los dos ex jugadores de fútbol
americano devenidos actores Jim Brown y Fred Williamson, junto a Jim Kelly, el artista
marcial negro de Operación Dragón (Enter the Dragon, 1973). Ellos son los
encargados de desbaratar a fuerza de patadas karatecas y balas a una banda de
neonazis que pretende eliminar a los negros de Estados Unidos infectando el
agua corriente con un veneno que solamente afectaría a los ciudadanos de color.
El público del BAZOFI reaccionó a este delirio vitoreando cada golpe y pose de
estos héroes de peinado abultado.
La función obligada para los amantes
del cine de terror fue No entres a la
casa
(Don’t Go in the House, 1980),
una película «inspirada» en Psicosis
de Hitchcock, pero con una vuelta de tuerca incendiaria y violenta que la
transforma en un film oscuro y sin sentido del humor. Vale decir que Don’t Go in the House fue una de las
cuatro películas con un título de advertencia comenzado con Don’t  (Don’t
Go in the Woods
, Don’t Go in the
House
, Don’t Go Near the Park, Don’t Look in the Basement) cuyos VHS fueron
prohibidos por Margaret Thatcher en los ochenta junto a otras películas consideradas
«violentas». Otro film de culto, esta vez proyectado en Súper 8, fue La princesa desnuda (La principessa nuda, 1976) protagonizado
por la transexual Ajita Wilson. Este producto indescriptible, mezcla una
aburrida e inconducente trama de diplomáticos con pasos de comedia, escenas
eróticas estilizadas al mejor estilo de Jesús Franco y un enano saltarín desnudo.
Otra rareza italiana de la misma
época, y muy difícil de encontrar en
cualquier formato, se proyectó en 35mm Cinemascope: Labios de azul sucio (Labbra
de lurido blu
, 1975), un drama con elementos estilísticos similares a los de
los giallos italianos, solo que, a
diferencia de ese género donde los traumas de la infancia desencadenan impulsos
asesinos, a Lisa Gastoni le provocan desenfrenados deseos sexuales.
Pero no sólo de sexo
y violencia se nutrió el BAZOFI, el catálogo fue muy amplio y abarcó la
animación de los 70 y 80, el cine oriental de todas las épocas, rarezas del
cine mudo y hasta una proyección de Metrópolis
con música de Giorgio Moroder.
De esta manera,
el coleccionismo cinematográfico demuestra que está lejos de ser una actividad
egoísta, ya que puede servir para el descubrimiento y difusión de obras desconocidas.
Las mejores pruebas de esto fueron las proyecciones de material exclusivo: las
escenas de Soledad Silveyra desnuda en el backstage
de La casa de las siete tumbas (1982)
con el guionista Atilio Polverini como invitado especial; la película nacional
inédita programada como «película sorpresa» que los presentes juramos nunca revelar;
las antiguas filmaciones científicas de organismos unicelulares musicalizadas
en vivo por Fernando Kabusacki y Los de Fuego; La maldición Ubangi (The
Curse of Ubangi
, 1946) cuya única copia en el mundo pertenece a la Filmoteca; y la
performance Golpe a golpe que combinó
la actuación en vivo de los anfitriones con filmaciones caseras inéditas del Golpe
de Estado de 1930 y un relato reproducido por un wincofón.
Por último, lo
más destacable del festival fue el compromiso de Peña y Manes, no sólo como
curadores y dueños del material, sino como dupla presentadora que le agregó un
toque de humor y anécdotas a cada función. Sin más, me permito un consejo: ¡¡¡A
Bazofiar que se acaba el mundo!!!!!
Cristian
Sema de RaroVHS.com.ar

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